

Elementos sencillos componen un espectáculo lleno de aciertos. Nidos, de Teloncillo. Foto de archivo
Por Alexis Fernández
Huele a tomillo. Y a frutas silvestres… Allí donde dormitan los sueños viven la música y los juegos, telas y arañas, hebras y culebras, y cientos de pájaros que vuelan, viajan, hacen agujeros, cantan sin parar y aletean. Con la misma magia con la que Julia me mira, me adentro en este pequeño bosque, lo observo todo como si fuera la primera vez, escucho atenta el sonido de sus habitantes, me embeleso… Y sueño. Sueño que estoy en ese mundo que forma parte de mí, bajo los árboles que se mueven con el viento y las hojas que se deslizan entre silbidos y poemas del cielo. Y sonrío. Sonrío porque me devuelve la dicha de haber nacido y esa primera mirada al mundo, limpia, sin prejuicios, tan pura como la mirada de un niño.
Nidos es un espectáculo-árbol inspirado en la Naturaleza y en el bosque, lleno de objetos y magia, de música y canciones, con palabras que suenan a besos y a ojos bien abiertos. Un montaje-refugio para encaramarse al amor más dulce, para bailar, para anidar.
Con la misma estructura de espectáculos anteriores (Otto, Besos, Azul), Teloncillo -veterana compañía vallisoletana nacida hace casi 40 años que desde 1996 se ha enfocado en el público infantil y familiar y galardonada en 2013 con el Premio Nacional de Teatro Infantil– parece haber descubierto cómo envolvernos con su imaginación y sencillez sublimes y recordarnos que el hecho de existir es la alegría que necesita el alma. Ana Gallego, encantadora de niños y mayores, y Ángel Sánchez, músico al que uno podría seguir hipnotizado como en los cuentos, narran el propio hecho de vivir con solo sonidos, los sonidos de la vida, palabras que saben a caricias, rozando corazones con suaves cosquilleos de inocencia. Plumas, conchas, perchas, silbatos, son algunos de los objetos que utilizan para despertar el gozo de la vida, el gozo de nacer y renacer cada día, con una lluvia de papeles de colores que sirve como colofón a la alegría. El mundo es grande. Aquí te espero.