+12 años. 60′ | General 12€
“Me gusta pensar que están vivos, que respiran, que aprenden, que deciden, que padecen, que son dueños de sus propias historias. Y me gustaría pensar que nosotros también podemos construir nuestro camino”, afirma Javier Aranda, actor y titiritero que se formó en la Escuela de Teatro de Zaragoza y que desde hace más de 20 años trabaja con distintas compañías aragonesas: Teatro del Temple, Teatro Arbolé, Teatro Gayarre, Centro Dramático de Aragón… Ha participado en diversos largometrajes y cortometrajes y alterna su labor de actor con la de titiritero de su propia compañía, creada en 2015 con el objetivo de desarrollar un trabajo personal de investigación sobre el objeto y su relación con el manipulador y construir una propuesta escénica que fusione el trabajo de actor con la manipulación de objetos.
El año pasado los espectadores de Titirimundi pudieron ver Vida y esta vez volverán atrás para disfrutar de su primer montaje: Parias. Un montaje que surge en un momento donde crece el deseo de experimentar e investigar las posibilidades de transmitir sentimientos con la manipulación de distintos materiales y la necesidad de expresar una serie de emociones personales. Parias es un espectáculo para adultos donde la relación entre el muñeco y el titiritero llega a un grado de intimidad estremecedor, pura humanidad en las manos de un titiritero que insufla vida. Parias retoma temas y vías del teatro clásico, le devuelve al escenario su función social a través de cuatro historias que sirven como pretexto para hablar de la degradación y la marginación del ser humano y despertar emociones que nos hacen tomar conciencia de que aún estamos vivos y tenemos criterios morales: “Los Miserables”, un títere, su manipulador y una caja de cartón como hogar; “La cantante calva”, un títere calvo, su manipulador y la redención por unas telas; “Hamlet”, un títere, su manipulador y la luz de una vela; y “El Tiranicida”, un títere, su manipulador y objetos arma. Parias conmueve y obliga a la reflexión. El bien y el mal, la venganza, el engaño, la incomunicación condensados en los clásicos y también en la vida, en cuatro títeres, sus historias y su relación con el manipulador. Y, al final, serán los espectadores los que tendrán que sentir en qué medida están presentes.
Dos manos y el universo de los títeres, que no son un espejo, sino ellos mismos, con sus limitaciones y su grandeza. Títeres capaces de volar o de perder la cabeza, que permiten expresar en un espacio reducido emociones y vivencias intensas de la vida. Poesía de la marioneta, emocionante, divertida, conmovedora, rebosante de ternura e inteligencia. Hermosa puesta en escena con muñecos de estética expresionista cargados de fuerza y un estilo propio que funde la detallista manipulación de títeres con el trabajo actoral. Una pequeña joya que desliza sus dedos para tocar conceptos filosóficos de altura, como se ha dicho, y refuerza las infinitas posibilidades del teatro de títeres.